Existe en nuestra cultura la idea de que cargar a nuestros bebés es “malacostumbrarlos”: Nada más lejos de la realidad. Nuestro propio instinto nos hace desear sentirlos cerca, interactuar con ellos, atenderles… y además es altamente graticante. Ningún niño querrá ser llevado en brazos siempre, ni siquiera durante todos los momentos de su infancia. Con el tiempo irá enviándonos señales de que desea pasar más tiempo en el suelo, gateando o andando. Si observamos que a un bebe le hace más feliz y tranquilo ir en brazos de su madre o su padre… ¿Por qué negarselo? Precisamente la satisfacción de esa necesidad es la que posteriormente condicionará un niño más seguro de sí mismo, más sociable, más independiente…
No olvidemos que los humanos somos una especie altricial, lo que significa que nuestra supervivencia depende de un cuidador, ya que al nacer nuestras crías son totalmente dependientes y necesitan un largo tiempo de desarrollo. Así, los bebés buscan continuamente la presencia de su madre, asegurándose que sus necesidades basicas serán cubiertas. Se puede decir que las crías humanas nacen para ser llevadas. De hecho incluso conservamos el reflejo palmar y plantar, aunque al haber perdido el pelo del cuerpo no nos sirve de mucho. Además la supervivencia de la especie dependía de poder atender a las crías, pero también de tener las manos libres para desplazarse, cazar, recolectar… etc.
Se ha porteado desde siempre y en todas las partes del mundo, desde luego en cada momento y lugar con unas características diferentes
Hoy dia , el porteo es una herramienta más de la crianza: Nos permite movernos con agilidad salvando barreras arquitectónicas o naturales (escaleras, aceras estrechas, arena de playa o senderos pedregosos) y recuperar la libertad de movimientos y el uso de las manos sin dejar de satisfacer las necesidades de nuestro bebe.
Portear, igual que caminar, tiene múltiples beneficios tanto para el porteador como para el porteado, pero portear con un portabebés no adecuado, es como caminar con un calzado no adecuado; sigue siendo beneficioso, pero puede causar otros problemas, y además no hay quien lo soporte.
Porteando se establece un contacto más estrecho entre porteador y bebé, lo que mejora sensiblemente la comunicación entre ambos, pudiendo la persona que le lleva anticiparse a las necesidades del niño. Los bebés se sienten más seguros, más arropados, más queridos. Esta tranquilidad hace que se encuentren menos nerviosos y que aumenten los periodos de sueño. Así mismo, los episodios de llantos y cólicos son menores. La posición de ranita en vertical es además fenomenal para evitar el reflujo, luchar contra los gases, el estreñimiento y otros problemas digestivos gracias a la acción de la gravedad y el movimiento. Usando un portabebé es posible amamantar de manera sencilla y discreta.
El niño ve el mundo desde nuestra altura, aprendiendo a socializar mejor con otras personas, interviniendo en la vida cotidiana, interactuando desde muy pronto con su entorno. Su vida será así mucho más variada en experiencias. Los niños tomados en brazos o en portabebés son más seguros y más independientes, ya que sus necesidades han sido cubiertas con prontitud. Cuando comienzan a andar, los portabebés pueden seguir siendo de gran ayuda para poder desplazarnos con ellos con mayor rapidez o para momentos puntuales de cansancio, etc.
Por todo esto, os animo a probar el porteo, pero ojo! el porteo del bueno; el ergonómico, el seguro, el que respeta los tiempos del niño y su desarrollo psicomotor, y además facilita enormemente la vida de los padres.